El tiempo está loco

Por José Marcelo Ruiz

El pasado cuatro de abril, vi a mi Mar Mediterráneo con cara de enfado y una mirada loca; levantando sus fauces para mostrar su dentadura de oleaje feroz; vomitando olas que se elevaban por encima de más de seis metros; ¡Qué mal temporal!, ¡esto es una ruina!− decían los presentes −, al contemplar el destrozo de los chiringuitos y  otros elementos ubicados en la playa.  Imponía miedo ver cómo las olas golpeaban los espigones y volteaban las murallas, acercándose el agua del mar a las calles de las viviendas próximas. ¡Mi mar, no era la mar! No era  mi mar calmada con la que dialogó todas las tardes.

Hay un dicho muy sabio con raíz popular: “lo que es de la mar, la mar se lo lleva”. Nos empeñamos con tozudez en olvidarlo; tendiendo a modificar la naturaleza a nuestro antojo. Porque nos creemos superiores, pero, en realidad, somos seres inadaptados. La ‘Madre Naturaleza’  siempre se ha manifestado cíclicamente,  unas veces con actuaciones propias de su evolución natural, ejemplos: las erupciones volcánicas vividas recientemente. Pero, desde un tiempo acá, la ‘Naturaleza’, ella, padece nuestras agresiones, y ello le hace actuar con rebeldía. A ello les hemos denominado que es debido al efecto del cambio climático.

Mi preocupación está, ahora, en responder a los niños sus preguntas sobre este cambio climático. Explicarles que los estudios realizados predicen: las playas de sus ciudades costeras desaparecerán en un futuro, como la de Torre del Mar. Y que ellos lo verán.   

Un niño, que estaba presenciando el temporal, me ha preguntado: ¿por qué la mar está enfadada?  Que él ha escuchado decir que el tiempo está loco Yo  le  hablo de los motivos de  su locura: “La primavera. Las abejas / nadie las ha visto. / Dicen que ha llegado / la primavera / y se ha ido. / Nadie la ha visto.  […] En verano. Las hormigas /  se han constipado. / El médico me ha dicho: / Que el tiempo ha enfermado. /Yo le pregunto al médico: / ¿De qué ha enfermado / el tiempo? El médico me ha contestado: / Que el tiempo /de pena está loco. / De pena ha enfermado”. Que los síntomas de su enfermedad son: olas de calor, tormentas, sequías, extinciones de bosques y de animales, desapariciones de playas…  Ésta sería una manera de explicárselo. Me hace la siguiente pregunta: ¿Qué  hay que hacer  para  curar su dolor?

Le contesto que aún no han aplicado la vacuna, para sanar su enfermedad. Que se lo  están pensando mucho, pero hacen  propuestas: hay que reciclar, aplicar energía solar, mareomotriz y eólica; usar el transporte público y utilizar menos el coche personal de su familia… El niño, al hablarle del coche familiar, me dice: si mi padre usa el coche para ir al trabajo, para las vacaciones…  Quiere mucho su coche, porque es cómodo y le da libertad de movimiento.  Y yo, ¿Cómo le explico al niño que el problema ecológico reside, precisamente, de ese apego al coche?   Responderle que su futuro va depender de unas decisiones ambientales. Las cuales exigen un cambio de  conciencia social y de hábitos de vivir, que aún no se dan.  ¡Las respuestas están en nosotros!

José Marcelo Ruiz

Este artículo se ha publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el 22 de abril de 2022. Mi agradecimiento al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento.

MARÍA ZAMBRANO: LA POESÍA Y EL POETA

Por José Marcelo Ruiz

María Zambrano fue una innovadora del pensamiento filosófico a partir de su inspiración poética, que con el método de la razón poética introduce un cambio radical en la corriente racionalista, la cual dominaba su época. El método de la razón poética se caracteriza, porque es una razón discursiva y, esto lo hace ser filosofía, pero además “poética”, lo cual implica ser un saber inspirado, fruto de una intuición y razonamiento, pero expresado bellamente. En su libro Senderos nos dice: “He tenido el proyecto de buscar los lugares decisivos del pensamiento filosófico, encontrando que la mayor parte de ellos eran revelaciones poéticas. Y al encontrar y consumirme en los lugares de la poesía me encontraba con la filosofía”.
María Zambrano, a diferencia de su maestro José Ortega y Gasset, da un paso hacia adelante, si Ortega con “la razón vital” visualiza el paisaje desde la ventana, Zambrano con “la razón poética” penetra en el bosque. Y es en Los Claros del bosque donde expresa que “el poeta ha sido siempre un ser enamorado del mundo, del cosmos, de la naturaleza y de lo divino en unidad. Y el nuevo saber fecundo sólo lo será si brota de unas entrañas enamoradas. Y sólo así habrá apaciguamiento y afán, satisfacción, comunicación afectiva de una verdad que nos haga comunes participantes, iguales, hermanos. Sólo así será de nuevo habitable”.
María como pensadora y también como poeta nos va desvelando esos espacios ocultos de la caverna, de ese interior del alma humana, del sentir del poeta. Y es en el libro Hacia un saber del alma donde nos habla del origen de la poesía, del compromiso de ser poeta. Del origen de la poesía nos dice: “Hay un libro venerable que por tantos motivos puede ser considerado el origen de la poesía: el Libro de los Muertos, de Egipto donde “la momia perfecta se presenta ante sus jueces; al final de cada examen son pronunciadas las palabras sagradas, sacramentales: «Pasa, eres puro» y le es franqueada una puerta; espacios cerrados hasta este instante, espacios de los que entra en posesión al par que de su libertad; zona de una realidad hasta entonces oculta. Vedada”. Prosigue hablándonos de “ser poeta”, que implica compromiso. Y nos dice que “poeta es el hombre devorado por la nostalgia de estos espacios, asfixiado más que ningún otro por la estrechez del que se nos da, ávido de realidad, de intimidad con todas las formas posibles”. E intuye a la poesía como método de revelación, la que, en verdad, pretende ser un conjunto para descubrir esa realidad, cuya huella enmarañada encuentra en la angustia que precede a la creación. Y nos define el perfil humano y psicológico del poeta, pero también la exigencia de compromiso que la poesía le exige. Nos desvela que “un poeta es alguien que pertenece al mundo de la fábula, de lo maravilloso. De no ser así, no es enteramente poeta, sino alguien que acierta a versificar. Poeta, es alguien que padece en su vida de hombre mortal, el peso de lo más comprometedor, la responsabilidad más exigente; la que proviene decir lo aún no dicho, de expresar lo que gemía el silencio, en las fronteras mismas de lo inefable… Condenado por Dios a ser filósofo”.
Cuando descubre al poeta, también se está descubriendo a sí misma en esa doble faceta de pensadora y de poeta. Es en su libro Islas donde nos habla del lugar de la poesía, y nos desvela, de nuevo, que “el lugar en que se adentra el poeta, es el lugar donde habita la poesía; así la poesía habitará como verdadera intermediaría entre el oscuro mundo infernal y en el de la luz, donde las formas aparecen”.

El método de la razón poética va tomando cuerpo en los asuntos humanos y divinos, además de en los libros mencionados, en Filosofía y poesía, Pensamiento y poesía, Delirio y destino, El hombre y lo divino, De la aurora…
Y como ejemplo, podemos leer en el libro Filosofía y poesía sobre la condena del poeta, la actitud del poeta ante la vida, de la rebeldía de la poesía ante la razón. Porque condenado el poeta en la caverna, no quiere salvarse: “No sólo no se conforma con las sombras de la pared cavernaria, sino que sobrepasando su condena, crea sombras nuevas y llega hablar de ellas y con ellas. Traiciona a la razón usando su vehículo: la palabra, para hacer de ella la forma de delirio. El poeta no quiere salvarse, vive en la condenación y todavía más, la extiende, la ensancha, la ahonda”.
María Zambrano nos dice que “la poesía es lo único rebelde ante la esperanza de la razón, y también es realmente el infierno. […] La poesía es embriaguez y sólo se embriaga el que está desesperado y no quiere dejar de estarlo. El que hace de su desesperación su forma de ser, su existencia. […] La poesía es la voz de la desesperación, la melancolía y el amor a lo pasajero que no quiere consolar de perderlo y de perderse”.
De la actitud del poeta ante la vida, nos dice que “el poeta tiene lo que ha buscado y más que poseer, se siente poseído. […] El poeta es fiel a lo que tiene. [ …] Y si ha ganado el poeta a través de los siglos es lucidez. […] Lucidez que hace más valiosa, más dolorosa la fidelidad a las fuerzas divinas o demoniacas- extrahumanas que le poseen, que hace más heroico su vivir errabundo y desgarbado. […] Porque todo poeta es mártir de la poesía, le entrega su vida, sin reservarse ningún ser para sí, y asiste con mayor lucidez a esa entrega”.

Textos recopilados por
José Marcelo Ruiz
(Poeta)

MARÍA ZAMBRANO
POEMAS
(Edición de Javier Sánchez Menéndez)

¿MI ALMA o un lucero?

Qué oscura galería me espera,
por qué agujeros he de deslizarme,
qué laberinto me está ya preparado,
qué cepo, qué cadenas, qué grillos,
qué humo siniestro ha de envolverme, qué
[paredes de niebla me dislocan.

Yo no podré llorar. ¿Dónde está las manos
[ que recogen el llanto?, la mano, la caricia.
Atrás queda el misterio.
Despierta. Todo está ahí de nuevo. No hay
[secreto.

(pag. 89)

DELIRIO DEL INCRÉDULO

Bajo la flor, la rama,
sobre la flor, la estrella,
bajo la estrella, el viento.
¿Y más allá? Más allá, ¿no recuerdas?, la nada,
la nada, óyelo bien, mi alma,
duérmete, aduérmete en la nada.
Si pudiera, pero hundirme…

Ceniza de aquel fuego, oquedad,
agua espesa y amarga,
el llanto hecho sudor,
la sangre que en su huida se lleva la palabra.
Y la carga vacía de un corazón sin mancha.
De verdad, ¿es que hay nada? Hay la nada.
Y que no lo recuerdes. Era tu gloria.

Más allá del recuerdo, en el olvido, escucha
en el soplo de tu aliento.
Mira en tu pupila misma, dentro,
En ese fuego que te abrasa, luz y agua.
Mas no puedo. Ojos y oídos son ventanas.
Perdido entre mismo no puedo encontrar nada.

No llego hasta la Nada.

Pag. 107

QUE TODO SE APACIGÜE COMO UNA LUZ DE ACEITE

QUE TODO se apacigüe como una luz de aceite.
Como la mar si sonríe,
Como tu rostro si de pronto olvidas.
Olvida porque yo he olvidado
ya todo. Nada sé.
Nada sé bajo tu sombra, amarilla
simiente del árbol del olvido.
Y todo volverá a ser como antes.
Antes, cuando ni tu ni yo habíamos nacido.
Pero, ¿nacimos acaso?… ¿O tal vez no?
todavía no.
Nada, todavía nada. Nunca nada.
Somos presente sin pensamientos.
Labios sin suspiros, mar sin horizontes,
como una luz de aceite se ha extendido el olvido.

Pag. 61

Este texto y poemas se ha publicado en la Antología de poetas de la Axarquía, (Ediciones Algorfa, I.S.B.N. 978-84-124832-1-5. D.L. MA 123-2022,) en el apartado Donde miramos , que se toma a María Zambrano como personalidad referente en la filosofía y en la poesía, y se le incluye en ella por haber nacido en Vélez- Málaga (Málaga).

La presencia de la poesía y su razón de ser.

Por José Marcelo Ruiz

El pasado 1 de abril de 2022 se presentó el libro Antología Poética de la Axarquía en el Centro del Exilio de Vélez-Málaga, publicada por Ediciones Algorfa. La antología se inicia con un apartado denominado donde miramos, el cual está dedicado a los poetas Salvador Rueda, Joaquín Lobato, Javier Núñez y a la filósofa María Zambrano. Nuestra pensadora admiró ese saber inspirado del poeta. Que le motivó a crear el método de la ‘razón poética’.

A este apartado de personalidades, referentes en los que mirarse, se unen treinta y ocho poetas que consiguen dar un reflejo de la importancia literaria y poética existente en la Axarquía. La verdad es que no recoge a todos, y sería necesario hacer una segunda edición con aquellos poetas que han quedado fuera de ella.

En mi artículo La poesía, una utopía en el siglo XXI, publicado con anterioridad, hablé de la presencia de la poesía en estas primeras décadas del siglo XXI, y decía: “la poesía se enfrenta a una sociedad tecnológica y globalizada, donde el individuo está cada vez más alejado de la naturaleza; quedando hundido en ‘la masa’, deshumanizado y perdido”. Pero esta realidad debe ser un estímulo para que la poesía y la filosofía resurjan desde las cenizas, para salvar las cosas importantes. Me refiero a lo verdaderamente humano: a esos valores que deben trascender y trasmitirse y que dan sentido a la existencia humana. La poesía debe ser reveladora de esa sabiduría e ir iluminando con su luz viva para adaptarse a los nuevos tiempos. La actitud del poeta tiene que ser de compromiso con lo humano y con lo social. Razón por la que aludí, en dicho artículo, a “la necesidad de rescatar al poeta-filósofo, ahora adormecido, y despertarlo para que vuelva a asombrarse y exprese el sentimiento de la realidad existente”. Cuando se den estas circunstancias, sentiremos la presencia de la poesía, y dejará de ser una utopía, para ser una realidad necesaria.

Nuestra tierra, la Axarquía, se ha distinguido siempre por esa luz cegadora que penetra en el alma; por un paisaje natural donde se mira la montaña y la mar; por poetas de la luz y de la palabra, por pensadores; por hombres y mujeres trabajadores que conocen la tierra y la aman, y miran hacia el horizonte, la mar… Como puerta abierta para la hospitalidad.

Me siento orgulloso de ser de esta tierra tan hospitalaria, cúmulo de culturas. Les auguro un gran porvenir a las nuevas generaciones de poetas y pintores; y también a las personas que trabajan y viven en la Axarquía. Porque todos tienen ese espíritu de universalidad. Ejemplo de ello, es la acogida de refugiados de la guerra.

Os invito a conocer esta nueva antología de poetas axárquicos, unos pertenecen por nacimiento, otros porque llegaron a esta tierra y fueron acogidos como hijos adoptivos.

Y como dice el poeta: “Yo no quiero símbolo ni bandera que haga frontera. […] Yo creo en el hombre, en la mujer, / cuando se unen y se sienten humanidad. / Entonces me siento parte de ti. Soy hombre, soy mujer”.

                                                           José Marcelo Ruiz

 Este artículo se ha publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, 08 de abril de 2022. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento.

Miguel Hernández: Las tres heridas

Por José Marcelo Ruiz

Para hablar de un poeta como Miguel Hernández no basta con leer su biografía, exige, además, conocer sus obras, sentir su poesía y comprobar cómo trasciende en el tiempo. Tuve la suerte y el acierto de adquirir la segunda edición de su obra poética completa, la cual se publicó en España, editada por ZERO S.A. en 1977, porque la primera edición se publicó en Argentina. Os confieso que en esos años de convulsión y transición política era estudiante de Magisterio en la Universidad de Málaga, el libro lo pude comprar gracias al dinero que cobré pegando carteles en las primeras elecciones democráticas de 1977. La aparición de su obra supuso para mí un motivo emocional, porque suponía luchar por el cambio: la ruptura de la dictadura e iniciar un tiempo nuevo, la democracia.

La lectura de su obra influyó tanto en mi pensamiento que supuso un despertar en lo poético. Ello me condujo a conocer su vida. Pero lo más importante era profundizar en su poesía, releyendo y estudiando sus poemas. Porque Miguel Hernández es ejemplo de cómo se hace el poeta y de compromiso con la poesía. En la dedicatoria que hace a Vicente Aleixandre en su libro Viento del Pueblo, así lo expresa:

«Vicente: A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres. Nosotros venimos brotando del manantial de las guitarras acogidas por el pueblo, y cada poeta que muere deja en manos de otro, como una herencia, un instrumento que viene rodando de la eternidad de la nada a nuestro corazón esparcido”. (Hernández, 1937)

El latido de su poesía es el de un corazón herido que sangra por tres heridas: la del amor, la de la muerte, y la de la vida. La del amor que leemos en su poemario Cancionero y romancero de ausencias. La de la muerte que expresa en su poemario Viento del pueblo, con la presencia de la guerra. Y la de la vida que es la herida de la injusticia social y de la falta de libertad. Una herida tan profundamente abierta en su pecho, que le llevó al presidio y a la muerte. En este sentido, Miguel Hernández se nos muestra no sólo como un ejemplo de poeta, sino también de hombre.

Ese amor que padece ante la ausencia de sus seres queridos, como fue la muerte de su primer hijo (“Corazón que en el tamaño/ de un día se abre y se cierra. / La flor nunca cumple un año / lo cumple bajo tierra”),o la de su amigo Ramón Sijé y su elegía son ejemplos de ello.

El tema de la soledad desgarradora y la herida de la vida es consecuencia también de esa actitud en la que el ‘hombre devora al hombre’, lo vemos expresado en el poema Eterna sombra. Cuando Miguel Hernández es encarcelado, el poeta se siente él mismo una cárcel en medio de “una gran soledad de rugidos” al verse precipitado en la tiniebla impuesta e injusta. “Soy una abierta ventana que escucha, por donde ver tenebrosa la vida. / Si por un rayo de sol nadie lucha / nunca ha de verse la sombra vencida”. Este poema pertenece a sus últimos poemas finales -sin clasificar en ningún libro- que escribe en las cárceles. Su poesía alcanza un punto culminante, su mundo poético era vasto y profundo, Su lenguaje es rico, sugeridor y comunicativo. Es una poesía de grave acento humano y de entrañable autenticidad.

Su primer libro Perito en luna es un poemario que surge de sus lecturas y es consecuencia de su formación literaria y humanística. De Góngora y autores del barroco, de quienes coge el hipérbaton y la métrica; y a ellos se une la lectura de los poetas alicantinos de la época y, además, el contacto con la generación 27. Toma lo más vanguardista de Rafael Alberti, de Gerardo Diego, de Jorge Guillén… De Gabriel Miró toma la estética preciosista. La poesía de este libro es una transmutación de la realidad, haciendo una acumulación de metáforas que consigue ir de lo concreto a lo abstracto, creando acertijos poéticos; así lo denominó Gerardo Diego. Es bucólico y con una calidad descriptiva paisajística extraordinaria. “Hay un constante estío de ceniza/ para curtir la luna de la era, […] ¡Oh, tú, perito en lunas: que yo sepa /qué es de mejor sabor y sepa!”.

 El libro El rayo que no cesa es un poemario donde asimila y supera las contradicciones del barroco, ha comprendido la concepción cósmica. Parte de la fuerza amorosa lírica de Vicente Aleixandre, a ello añade lo paisajístico de Garcilaso. El resultado es una poesía de amor atormentado, trágico: “Un carnívoro cuchillo/ de ala dulce y homicida/ sostiene un vuelo y un brillo/ alrededor de mi vida”.

En el libro Viento del pueblo la personalidad de Miguel Hernández cuaja, el poeta muestra su  noble sinceridad, se siente hombre del pueblo «pueblo de misma leche» dirá con fuerza expresiva en su poema. La poesía es esencia misma del pueblo, y tiene sus raíces en la tierra. El poeta interpreta ese sentimiento colectivo. Los elementos poéticos son la sangre y la boca. La sangre como vida que ofrece, la boca como la palabra en sus versos, como aliento en la lucha humana, como armas no mortíferas, sino de generosa entrega. Lo social lo vemos en poemas como el niño yuntero. La guerra y la muerte están presentes. La muerte como sufrimiento que hay que asumir, que abre la herida en el corazón humano, en aquel que queda vivo, pero herido para siempre. Pero el poeta defiende al pueblo cantando, esa es su lucha. “Vientos del pueblo me llevan/ vientos del pueblo me arrastran/ me esparcen el corazón/ y me avientan la garganta”. La palabra se libera de imágenes para expresar la cruda realidad.

En los poemas de El hombre acecha, que ya el título nos anticipa, ‘el hombre se enfrenta al hombre’. Encontramos poemas contemporáneos a la guerra, y también poemas escritos en las cárceles. La guerra había acumulado experiencias demasiado feroces, el hambre, las mutilaciones y la destrucción, a esto se une el presidio, que, en su conjunto, ensombrecen su poesía. Lo dice todo en la dedicatoria: dedico este libro a Pablo Neruda. “[…] Tú preguntas por el corazón y yo también. Mira cuántas bocas cenicientas de rencor, hambre, muerte, pálidas de no cantar, no reír, resecas de no entregarse al beso profundo”.

Cancionero y romancero de ausencias es el libro de memorias, porque se nutre de los recuerdos, es el amor de ausencia. Pero expresa las tres heridas, de la que he mencionado, la vida, el amor, la muerte, tres heridas que laceran al poeta. Pero es una misma herida, a fin de cuentas. “En el fondo del hombre, / agua removida. / En el agua más clara/ quiero ver la vida. / En el fondo del hombre, / agua removida. / En el agua más clara/ sombra sin salida”. Es un poemario donde el poeta deposita su alma. Lo construye con versos cortos, una métrica de estrofas breves y con un lirismo entrañablemente sobre acogedor. La poesía se hace palabra honda, el poeta se encuentra consigo mismo. “De aquí al cementerio, todo / es azul, dorado, límpido. / Cuatro pasos y los muertos. / Cuatro pasos y los vivos”.

Murió en la madrugada del 28 de marzo de 1942, después de tres años de persecuciones y cárceles. Murió en la prisión alicantina –en la tierra que tanto quiso– a los 32 años de edad. La primavera, recién estrenada, debió de regresar de súbito al invierno, porque algo alto y hermoso se helaba para siempre. De algún modo el paisaje se anublaría, pues como dejó escrito: “Muere un poeta y la creación se siente/ herida y moribunda en las entrañas”.

                                                                                   José Marcelo Ruiz

                           Bibliografía: Obra Poética completa Editorial Zero S.A. 1977

Este artículo se ha publicado en la revista poética-literaria AL -ALBA (nº 50) de Málaga, de la Asociación Literaria Malagueña «Ana Léon Ramos», en la primavera-verano 2022. Con motivo LXXX aniversario de la muerte del poeta Miguel Hernández Gilabert (1942-2022).

Enlace de la revista:

https://wetransfer.com/downloads/c94fe5e93593a39b9b6eae576a84a0fc20220401145406/e744d716fa00b50cfd97103806260a5020220401145517/2e9a17

Poema dedicado a Miguel Hernández:

A Miguel Hernández

          Mira, Miguel…                                                     

Mira, Miguel, escucha como brota

la voz sonora del agua.

De ese agua virginal que resquebraja la piedra.

De esa piedra, memoria del olvido.

Mira, Miguel, alarga tu mano

húndela en el vientre fecundo de la tierra.

Sentirás el palpitar de un corazón recién nacido,

el hondo quejido del olivo y la soledad de la higuera.

 Miguel, está  tu voz en ese viento,

 en ese viento que viene con aire nuevo.

De ese aire que respira el alma de un pueblo 

y trae el eco de tu palabra que se hace coro

rompiendo barrotes y fronteras.

Hasta que el hermano reconozca al hermano

como la granada muestra su fruto maduro y abierto.

Hasta que el padre joven se reconozca en su padre

como la semilla abonada conoce su destino.

Los hijos venideros sean herederos

como los árboles  sabedores de sus raíces.

Ha llegado ese nuevo día con horizonte abierto

y, mira como la conciencia se extiende,

esa que universaliza lo humano,

porque beben sediento de la fuente,

de esa fuente inagotable, donde el agua

brota de lo hondo, en donde suspira

el aliento de la vida.

                         En Orihuela, 7 de febrero 2010

                                          José Marcelo  Ruiz

Este poema dedicado a Miguel Hernández lo compuse en Orihuela 07/02/2010, lo dejé escrito en el libro de visitas de su casa natal. Que con motivo de presentar el trabajo realizado por mi colegio C.E.I.P. “Vicente Aleixandre- Torre del Mar-  en el `Abril Literario´ dedicado a Miguel Hernández por el centenario de su nacimiento, asistimos a unas Jornadas Pedagógicas en Orihuela (Alicante).

.